En estos días de noviembre se ha conocido la condena a veintidós años de Johan, el asesino de Claudia. Sucedió en Totana el 8 de febrero de 2022. La muchacha tenía 17 años y recibió 79 puñaladas.
El pasado 27 de octubre, en Librilla, Ainhoa fue asesinada por su pareja. Ella tenía 19 años. Él le apretó el cuello hasta matarla.
Los asesinatos son la manifestación más extrema, dolorosa e insoportable de la violencia contra la mujer.
Esta semana, a raíz del despido de Alessandro Lecquio de Tele 5 por maltratar a su exmujer Antonia Dell´Atte (después de 35 años desde que ella le denunció), se ha publicado un listado de mujeres famosas que denunciaron a sus parejas en los años 70, 80 y 90 por maltrato: Barbara Rey, Mar Flores, Rocío Carrasco, María Giménez, Carmina Ordoñez… Todas ellas fueron ninguneadas, no creídas, y vueltas a maltratar en muchos medios de comunicación que ponían en entredicho su testimonio, incluso las culpaban a ellas. Ahora no se atreverían a tratarlas de esa manera.
Ahí hemos adelantado, pero a la misma vez se generan reacciones a la contra que intentan la involución. Por ejemplo, quienes niegan la violencia contra la mujer. Y mira que ha existido y existe en todos los lugares, a través del tiempo y en todas las civilizaciones, repetida y machaconamente. Pero hay gente que no la ve. Dicen que es mentira, un invento. Qué bien aprendido lo tienen y con qué soltura repiten las consignas que dictan sus líderes: que si las denuncias son falsas, que si también hay hombres maltratados, que si las leyes ya son iguales para hombres y mujeres, que si los hombres están discriminados con respecto a las mujeres, que si son unas manipulantas, unas exaltadas, etc.
Este mes el Centro Cultural y Obrero ha celebrado un concurso de relatos que tenía como lema el 25N: Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Han participado 178 relatos de toda España, de países sudamericanos, hasta uno de Japón.
He aquí un ejemplo de Literatura contra la Negación de la violencia de género. No se crean que es una tontada, la literatura es más poderosa de lo que parece. A bote pronto: Escribiendo de la violencia contra las mujeres se enseña a los lectores la realidad de tantos casos que todavía quedan ocultos. Quienes lo leen pueden reconocerse y actuar. Es una oportunidad para reflexionar más profundamente. Se aprende con los razonamientos de personas más sabias. Se reactiva la hermandad entre las mujeres. Abre los ojos y enseña a denunciar cuando lo tenemos delante. Cuando la persona que lo sufre lo escribe, alivia su sufrimiento…
Estos relatos que cuentan sobre la violencia contra las mujeres son una voz privada que se convierte en pública, que sirve para para sacarla a la luz, con la intención de erradicar el menosprecio, los golpes, las violaciones, los asesinatos de las mujeres, para evidenciar que existe y que todavía queda mucho por hacer.
Ya saben, leer es bueno para el cerebro.
¡Buenas y esclarecedoras lecturas!
Dolores Lario





